No has llamado, es otro momento de tristeza y tú no llamas,
¿Por qué? ¿No sabes que la espera me lastima?, siempre te busco pero tú no eres
capaz de buscarme a mí, ¿Ya te cansé? ¿Acaso piensas que estoy enferma?
La espera es enorme, sólo siento cómo las lágrimas humedecen
mi almohada. Vivo en recuerdos muy viejos, aquellos que me enseñan que antes no
existía el miedo, por lo menos no el miedo a perder a un ángel adoptado.
¿Estarás ocupado? No llamas.
Cada mañana enlisto mentalmente las cosas que me tocan
hacer, todas cotidianas, a veces no las cumplo como la dieta que prometo
comenzar cada lunes para que me veas bella, para que no tengas ganas de estar
con alguien más, cada mañana pienso en ti y te escribo, a veces contestas de
inmediato y otras ocasiones creo que ya te dan flojera mis mensajes.
¿Sientes que te asfixio? Perdón. Nunca he amado antes, no
así.
¿Te hago feliz? Yo soy muy feliz cuando estoy contigo y
también lo soy cuando pienso un poco más en mí y menos en los demás, soy feliz
con cosas muy simples; por ejemplo, con una sonrisa tuya. Soy feliz cuando
estoy segura que no piensas en alguien más, soy feliz cuando tengo un detalle
conmigo, soy feliz los días que no me siento tan fea.
¿Me abandonarás? Lo harás. Pero que no sea ahora que te
necesito tanto, ¿Por qué no entiendes que eres mi droga? Tú tienes la culpa, me
mostraste un mundo del que ya no puedo
salir, un mundo donde estoy contigo y entonces no estoy sola. No como antes.
¿En qué me he convertido?
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