viernes, 21 de diciembre de 2012

Todos los días son fin del mundo.


No has llamado, es otro momento de tristeza y tú no llamas, ¿Por qué? ¿No sabes que la espera me lastima?, siempre te busco pero tú no eres capaz de buscarme a mí, ¿Ya te cansé? ¿Acaso piensas que estoy enferma?

La espera es enorme, sólo siento cómo las lágrimas humedecen mi almohada. Vivo en recuerdos muy viejos, aquellos que me enseñan que antes no existía el miedo, por lo menos no el miedo a perder a un ángel adoptado. ¿Estarás ocupado? No llamas.

Cada mañana enlisto mentalmente las cosas que me tocan hacer, todas cotidianas, a veces no las cumplo como la dieta que prometo comenzar cada lunes para que me veas bella, para que no tengas ganas de estar con alguien más, cada mañana pienso en ti y te escribo, a veces contestas de inmediato y otras ocasiones creo que ya te dan flojera mis mensajes.

¿Sientes que te asfixio? Perdón. Nunca he amado antes, no así.

¿Te hago feliz? Yo soy muy feliz cuando estoy contigo y también lo soy cuando pienso un poco más en mí y menos en los demás, soy feliz con cosas muy simples; por ejemplo, con una sonrisa tuya. Soy feliz cuando estoy segura que no piensas en alguien más, soy feliz cuando tengo un detalle conmigo, soy feliz los días que no me siento tan fea.

¿Me abandonarás? Lo harás. Pero que no sea ahora que te necesito tanto, ¿Por qué no entiendes que eres mi droga? Tú tienes la culpa, me mostraste un  mundo del que ya no puedo salir, un mundo donde estoy contigo y entonces no estoy sola. No como antes.
¿En qué me he convertido? 

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