miércoles, 28 de octubre de 2015

creo que debo de decir gracias...

Si no escribo siento que voy a colapsar...
Ya más de un año sin rondar por aquí... Pensé que los días de miedo habían terminado y me doy cuenta que sólo fueron días de ensayo para los peores... para estos días.
Siento como los recuerdos carcomen lo poca luz que quedaba en mi alma.
Ya anunciaba Benedetti que los amores eternos suelen ser los más breves... 10 meses no le creí...
Armando:
Tengo muchas cosas que decir, hoy lo intenté y juro que iba con la mejor disposición para hablar de forma tranquila y te juro que nunca me había humillado tanto por alguien... Tal vez el error siempre ha sido verte desde el suelo... verte como un dios... eso eras para mí, mi tesoro... el único.
No sé cuándo empezó mi pesadilla, en que momento me metí a este maldito infierno. Muchas veces tuve miedo de que esto terminara, muchas veces rondé la habitación de los cobardes... Hasta que un día decidí que era bueno vivir día por día pero las ilusiones quién me las quita?
Sé que tuve errores, me cuesta reconocer los tuyos. Eras perfecto, corazón. Y ahí en esa perfección radica todo el dolor de estos días, de estos meses, de este tiempo que parecen siglos. No te reconozco desde hace tiempo, no te reconozco en la lluvia cuando me dejas llorando, no te reconozco cuando enciendes el motor y aceleras en tu moto teniéndome colgada de tu espalda, ya no te reconozco en el llanto nocturno... Sólo me queda el viejo tú, el que veo en cada amanecer y en cada niño de ojos color miel... veo el antiguo Armando en cada diente de león y en cada hojita cayendo de los árboles...
Si lo que quieres es que pida perdón, lo hago ahora mismo: PERDÓN.
Perdón por haber confiado tan ciegamente en ti. Por enamorarme como estúpida, por creerte. Perdón porque el día de hoy yo iba a decirte que sólo me esperaras unos meses, que quería tiempo a solas para no seguir dañándote y sólo me desilusioné de ti. Y de mí también. Y de nosotros. Y del mundo.
Quizás de nuestro amor no quedan más que recuerdos.
Tuve una joya, tuve un oasis... tuve los placeres del infierno y las bondades del cielo, tuve a Armando... Lo inhalé como el mejor de los polvos, lo mordí, lo besé, lo abracé y lo seguí hasta donde pude. Esto no es cansancio, mi amor. Es una completa renuncia porque mis pies están espinados y ya no sé hacia dónde camino.
Vaquerito, te amé con todo mi ser, te dediqué mi esencia pero tú avanzaste a un ritmo imposible para mí... Te deseo la dicha de tener otro amor, uno completo.
Mi forma de amar es enfermiza y tú aseguras que yo estoy enferma... Sí, estoy enferma desde que llegué  a este mundo, nunca lo he negado.
En otra vida sabré no acercarme a ti.

Tararalararara♪ :)